jueves, agosto 17

Donuts o no

Yo no controlo las posibilidades técnicas de la informática, es un mundo apasionante que no me apasiona, será ponerse y lo que quieras pero que yo nunca me pongo. Suplo mi inutilidad en este campo con una extraordinaria habilidad social para rodearme de gente lista ( en ésta y otras materias) así que no todo está perdido, la prueba es que ando por aquí. Contrapresto también, no creáis, que en alguna otra faceta de la vida me defiendo bien.

Durante mi ausencia por vacaciones, presté mi portátil a una familiar más joven que yo y con, ya sólo por joven, bastante más dominio del asunto. Hice desaparecer cualquier cosa privada que me comprometiera a mí o a otras personas, barrí, escondí, lavé y plaché, lo dejé escoscadito, listo para recibir visitas, pasen y vean.

Pero no, todo no. Algo se me escapó, como la telaraña esa que no ves en el rincón por no llevar las gafas, no es que fuera el colmo de íntimo o importante pero en cualquier caso es privado. Lo dejé a su alcance, a un click, y no tengo forma de saber si lo abrió. ¿Lo hizo? ,¿tuvo la tentación?, ¿la resistió?

Lo voy a saber sin preguntarle, lo voy a notar en cuanto esté con ella, es muy díficil comportarse como si no supieras nada cuando ya no eres ignorante, el saber pesa. Y modifica. Es imposible el disimulo. Un gesto, una pausa, una mirada. Lo voy a saber.


Esta es otra de las casualidades que adornan mi vida última, con consecuencias no previsibles aún pero que manejaré según y cómo vengan, realmente no me preocupa - demasiado-.

Desde mí ahora, hoy, sé que en el caso opuesto yo no hubiera abierto nada suyo, como también sé que si hubiera estado a mi alcance cuando yo tenía su edad, hubiera eliminado rápidamente los reparos para darle al click, porque más allá de la educación recibida de respeto a lo ajeno, laten tranquilas la curiosidad, la vanidad y la sensación de poder que da el conocimiento de lo privado.
Pero ahora no, ahora ya he aprendido que sólo tiene valor la información que cada cual da voluntariamente de sí mismo y que todos los extra bonnus evitables que no rechazamos acaban empeorando la comunicación por desleales.

Quizá no haya entrado, quizá ni siquiera haya sentido la tentación, esto de las tentaciones es extraño, ahora mismo, por ejemplo, acabo de resistir la de comerme un donuts. Me he puesto una medalla en el pecho con la gota rebelde de una coca cola que tampoco debí beberme.

4 comentarios:

Cuquina dijo...

Yo estoy convencida de que tu joven familiar no entró en tu recámara.

De todos modos, yo soy más bien predeterminista, así que si por casualidad entró y vió lo que no debía... quizá sea porque así debía ocurrir.

No te emparanoies, aunque sea joven, seguro que está bien educada, es respetuosa con la intimidad de los demás y ni se planteó entrar a cotillear.

Muy bien lo del donut, y si caes en la tentación recuerda que siempre vienen de dos en dos ;) (si son de chocolate, me apuntoal segundo, bueno y si no, también, jeje)

Besos!

Anónimo dijo...

Déjate de predeterminismos, reina la casualidad

;)

Anónimo dijo...

yo estoy con cukina, ya sabes q yo no creo en las casualidades sino en los caminos trazados en las estrellas o donde sea...

en cuanto a las tentaciones, como tengo el estómago hiper jodido, tengo q cuidarme de no caer en tentaciones gastronómicas...

kss darling

Anónimo dijo...

No creáis, no, pues me acaba de pasar una casualidad hace cinco minutos de flipar.