jueves, septiembre 28

A la futura memoria

Veo el futuro cuando me da la gana, sin bolas de cristal, sin magia, sin espiritismos, sin velas negras...cuando quiero. Si lo quiero ver más nítido sólo tengo que ponerme las gafas y listo. No el futuro probable sino el futuro exacto y, si quiero el mío concretamente, sólo tengo que mirar a mi madre y las fotografías de mis antepasadas, por ahí irán los tiros.

Todo, con asomarme a la ventana y mirar la plaza.
Enfrente de mi trabajo hay una residencia de ancianos.

Los veo, los veo todos los días, en los bancos si hace sol, saliendo a tomar café, mirando jugar a los niños que no son suyos, los suyos siempre están lejos o no pueden venir, a veces hablo con ellos, con los que más conozco, incluso entro en la boca misma del futuro.

Aparentemente están bien, son válidos, no asistidos, y se desenvuelven por sí mismos. Tienen cubiertos los estándares de higiene,sanidad, nutrición, confortabilidad. Eso sí, lo tienen.

Están bien, los cojones. Por eso no les veo ni una risa al sol.
Si tan ideal es esa forma de vida ¿por qué no nos agrupamos desde ya para vivir así? Agrupados por edades, la tercera con la tercera, la primera con la primera.
Los cojones, ya te digo.

Y yo decido que no quiero. Y lo escribo aquí y me lo pienso imprimir en papel para que no se me olvide nunca, para la futura memoria.

De acuerdo que la vida moderna nos lleva a esto. Pues no quiero.
De acuerdo que lo contrario (vivir con familiares) es inviable. Da igual, tampoco quiero.
Por más que imagine todos los avances de que puedan dotar a estos sitios( generaciones distintas, entretenimientos distintos), a esta forma de vida, no quiero saber nada de ella. No quiero y no quiero.

La naturaleza es sabia, escribió alguien, la mayoría de las enfermedades son mortales, es el hombre el que se empeña en prolongarlas.

Lo siento por los pobres inmigrantes del último mundo que no me cuidarán, salvando así, quizá, su mala vida.
Cuando tenga años de mirar más hacia atrás que hacia adelante, cuando viva de rentas de las emociones pasadas( vivir de rentas, no sentir nuevas, qué pozo) , cuando mi gente( la de mi generación) se me vaya yendo, cuando no pueda valerme por mí misma, cuando tenga que salir de mi ¿nuestra? casa, cuando mi bienestar sea responsabilidad de otras personas, cuando mi compañía deje de ser un placer, ni yo sienta placer con la compañía disponible, cuando no haya nada por emprender, nadie por conocer, cuando nadie sea capaz de recordarme o imaginarme de joven, cuando esté a punto de perder el entendimiento,la capacidad de disfrutar, entonces, me quiero ir. Por mi propio deseo.

Antes de que echar de menos sea insoportable, antes de que el deterioro no me deje Vivir, antes de empezar a reprochar a mis herederos que vengan a verme un rato al mes, anulando así toda la alegría que me proporcionan durante tanto tiempo viéndolos crecer y expandirse(¿quién dice que se les necesita menos de joven que de viejo? ), antes de que sentarme al sol en la plaza sea un plan y además no me preocupe si me salen pecas . En ese punto, es cuando me quiero ir.

Habré tenido tiempo suficiente para ser feliz, si en ¿70? años y con todo a favor no lo he conseguido, no lo conseguiré en los próximos ¿10? con todo en contra. Hay que espabilar.

Espero llegar ( esto es lo único que no veo claro) y espero poder decidir sobre mí misma.

( siento el ataque pero es que ayer presencié una situación con una de esas abuelas de enfrente que me dejó rota)

2 comentarios:

Cuquina dijo...

Vaya con el post! me has dejado sin palabras. Sé que piensas esas cosas, más de una vez me lo has comentado, pero no sé, leerlo así tan crudo...

Dichoso cambio de estación!

P.D. llegarás con la brillantez y fina ironía que te caracterizan (bueno y tambien con alguna que otra manía)

flor dijo...

yo he estado de voluntaria en una residencia de ancianos, para sacar pasear a los que no pueden andar y.. se me partía el corazón cuando había algunos que te decían que nadie venía a verles nunca,y que igual hacía un mes que no salían a ver la calle.
en fin... yo también me pongo de mal humor.