lunes, septiembre 4

Yo me encargo

Vale, fingiremos que nada ha pasado y ya está.
Mañana, cuando nos juntemos para celebrar mi último (y casi próximo) cumpleaños. Nadie notará nada, yo me encargo.

O no. No tengo ganas de disimular tanto, es que ni sé, más que nada que no veo para qué.

No aplaudir la apabullante lista de éxitos de caza mayor (nocturna) me convierte en rara avis pero decírselo, ¡¡decírselo!!, eso es lo realmente ofensivo.
¿Quién soy yo para decirle nada? Nadie. La misma Nadie que oye contar cada lunes la misma historia repetida salvo por un nombre de pila. La misma una vez tras otra, el mismo principio y el mismo final, el error repetido, la vida atascada en el mismo punto.

Pero cómo voy a celebrar la tristeza que sé que hay detrás de cada polvo, cómo la voy a animar en eso, cómo no le voy a decir que no huya de su vida a través del sexo, que no huya en general...
Entiendo el dolor que mis palabras le causan ( mucho más daño le hace el silencio de quien le aplaude), es el escozor en la llaga, pero no entiendo el enojo por habérselas dicho. Es un regalo que alguien se atreva y es muy poco frecuente.
Pero lo peor de todo no es eso, lo peor de todo es que con su inmenso enfado ha puesto de manifiesto que en el caso contrario, es decir, que la que estuviera a la deriva, absolutamente perdida, fuera yo, ella me dejaría así, sin una mala palabra que me hiciera reaccionar.

Y a partir de entonces, a la que no le interesa es a mí.

1 comentario:

Cuquina dijo...

Uhmmm... a todo el mundo no le gusta la sinceridad, muchas veces duele que nos digan la verdad porque nosotros mismos sabemos que estamos equivocados.

Yo creo que haces bien en cantarle las verdades del barquero y en no alentarle ni reirle su labor de cetrería nocturna. Aunque se cabree contigo, estoy segura de que sigue teniéndo muy en cuenta tus opiniones, si no fuese así, ni se enfadaría.

Feliz lunes!!