Dientes blancos

Tengo la gran fortuna de tener un buen ambiente laboral, amistoso y familiar, además de una economía suficiente. Y digo 'gran' porque no es demasiado frecuente, al menos en mi entorno cercano.
Con esos pilares algo sólidos -de momento, nunca se sabe-, se reducen bastante las fuentes de posibles problemas.

Por eso el enfado que tengo hoy me parece tremendo, quizá no lo es tanto, pero la falta de costumbre y la sorpresa con la que me ha pillado lo hacen indigesto por exceso.

El motivo no es interesante, además, me acaba de llegar un sms con resolución a mi favor, no me rindo fácil. Pero el disgusto ya me lo han dado.
Lo aterrador del caso es pensar por qué se han puesto frente a mí con total descaro y llegar a una conclusión: porque no tengo pareja.
Es algo inconsciente, social, nadie lo admitiría, pero su atrevimiento nace de ahí, si no de qué.

No sé qué piensan los emparejados de los impares, de los solos, lo sean por el motivo que sean, de corta o larga duración, a mí alguien solo me parece alguien valiente - a ver si hay prueba más dura que ser responsable única de tu vida- pero no sé por qué existe la tendencia a creer que nuestra vida es más ligera, menos cargada de responsabilidades, con menos obligaciones y más maleable.

Y sí, puede que sí, al menos más libre - el precio no es barato, conste, la libertad daría vértigo a much@s-, pero de ahí a que nuestros asuntos sean de segundo orden va un mundo. Así que a cada cual sus importancias, eso es el respeto.

La batalla de hoy ha sido para mí, pero el regusto amargo tardará en irse, no es agradable discutir. Y la sangre de los dientes se va fatal.