sábado, octubre 6

Por escrito

Lo que mejor se me da con las palabras es leer las de otros, es evidente que no soy constante para escribir, la cabeza quizá sí querría pero algo falla en la conexión que va hasta los dedos.

Hoy me he encontrado en mi casa y por sorpresa- no recordaba haberlo escrito ni guardado- un mini diario de un viaje que hice por Argentina en 2003, la mayor parte del cual pasé sola, en el final de mis años negros, en el principio de uno de mis cambios de vida. Fiel a mi desconexión dactilar no escribí todos los días, qué va, las costumbres son las costumbres y como mucho lo haría cuatro o cinco y siempre, siempre, porque ese día no tendría con quién hablar.

Ha sido curioso toparme con la libreta y con mi letra escrita de mala manera en cualquier avión así que la he leído con ojos de novedad, a ver qué me encontraba de mí, por si había olvidado algo. Pero no.

Lo que leía ahora era lo que sentí y así lo recordaba. La sorpesa ha venido al reconocer también lo que no escribí y también sentí: el pudor. He leído en cada frase lo que dejé sin escribir, ya ves tú, leo lo no escrito.

Porque yo nunca lo escribo todo, admiro- no lo sé realmente- a quién es capaz de abrirse las tripas y soltarlas ahí pero a mí me puede el pudor, el pudor y la creencia de que escribir para mí-para mí- no tiene ninguna utilidad, ya están las cosas en mi cabeza y en mi piel y cuando desaparecen de ahí es que ya han dejado de importar, para qué quiero los recuerdos antiguos si ya fueron, yo busco siempre recuerdos futuros.

Y está claro que no los busco por escrito.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bon soiree, lo tuyo es la gran sequía o la gran remojada. Primero, tropecientos post seguidos buscando mi muerte por sobredosis, y ahora qué pretendes? matarme por inanicion? Menos mal que tengo doble personalidad y que si cae una siempre me quedará otra.
Besos sin rencor!!